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martes, 11 de abril de 2017

La misteriosa visita de Adolf Hitler al "Edén Hotel"


Una vieja fotografía pone en el tapete y da nuevo impulso a la discusión sobre la sobrevida de Adolf Hitler tras la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial. De las leyendas inventadas, historias infundadas y sospechas, se da paso a la certeza de los documentos que hablan sobre el escape del Führer y, ahora, sale a la luz una imagen que parece confirmar la teoría. ¿Estuvo realmente Adolf Hitler en el "Edén Hotel" de La Falda en la provincia argentina de Córdoba? Algunos indicios, a continuación.

POR MARCELO GARCIA / HISTORIAS LADO B

Walter Eichhorn y el extraño visitante del "Edén Hotel" a sus espaldas. (Foto: archivo "Edén Hotel")


Como observador crítico de la historia, siempre, indefectiblemente en todos y cada uno de los casos, tomo, someto a análisis y pongo a consideración la concreta posibilidad de que los hechos hayan tenido -muy posiblemente- una resolución y hayan seguido un curso muy diferente al relatado por la -siempre interesada y dirigida- historia oficial. No se trata de ser negacionista -o si se quiere revisionista- pero sí de dar lugar a un juicio que -incluso- podría llegar a jaquear nuestras propias convicciones previas sobre determinados acontecimientos. El de Adolf Hitler y su supervivencia después de la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial es uno de esos casos en que se abre ante nosotros un interminable abanico de variopintas posibilidades que van desde su nunca jamás probado y demostrado suicidio en el búnker de Berlín hasta su escape y "segunda vida" en la Argentina. En el medio, de todo.
El tema es por demás atrapante y puede llevar a fantásticas leyendas (de hecho, ha sucedido) como así también a investigaciones responsables, originales, creativas y serias intentando correr el velo que pretenden imponer quienes buscan que -dóciles y mansos- miremos hacia otro lado en un curioso y engañador mundo de humo y espejos.

El salón de la reunión antes de su restauración (Izq.) y en la actualidad (der.)


Dejando de lado legendarias historias, rumores infundados, dimes, diretes y testimonios no siempre bien intencionados y chismes de nula credibilidad, desde hace mucho tiempo busco las puntas del ovillo de esta enmarañada madeja que es la supervivencia del Führer nazi y, así las cosas (al margen de estar sumergido desde hace ya casi tres años en una investigación plagada de documentos y descubrimientos que próximamente verá la luz en forma de un libro) puse la mirada en una extraña fotografía que pertenece a la colección del "Edén Hotel" de la localidad de La Falda, en la mediterránea provincia argentina de Córdoba. La imagen (que encabeza este artículo) muestra a Walter Eichhorn, propietario del hotel en las serranías cordobesas, reconocido simpatizante y afiliado nazi desde antes de la llegada de Adolf Hitler al poder y gran sostenedor económico del rápido ascenso del Führer dentro de las filas del NSDAP, apoyo que -entre otras cosas- le valió llegar a lo más alto del poder en Alemania en 1933. A Eichhorn se lo ve relajado y sentado junto a uno de los enormes y bellos ventanales en tanto que, al fondo, se advierten las figuras de unos visitantes departiendo con quien parece ser una empleada del lugar. Entre esas personas, se advierte una figura masculina que -al ser observada con sumo detenimiento- muestra un asombroso parecido físico con Hitler.
Muchos, con no tan sostenibles fundamentos, han creído que esa imagen fue captada en alguna de las tantas visitas que el matrimonio de Walter e Ida Eichhorn hacían regularmente a Berlin; sin embargo Historias Lado B aporta una prueba que va en sentido contrario: el fotomontaje en el que se ve claramente que la foto de Eichhorn (¿y Hitler?) ha sido captada en uno de los amplios y coquetos salones del "Edén Hotel" en La Falda.

Los fantasmas de Eichhorn y Hitler en el "Edén Hotel". (Fotomontaje: Marcelo Gacía / Historias Lado B)

El impactante y misterioso Edén Hotel en La Falda.


Mientras los fantasmas de la duda siguen revoloteando por el Edén de la confusión general a la que pretende llevarnos la historia oficial, los del escurridizo Führer nazi comienzan a corporizarse dejándose ver -para quien esté dispuesto a hacerlo- casi por casualidad.


Marcelo García
Historias Lado B

miércoles, 27 de mayo de 2015

El alemán de la daga

El alemán de la daga.


Era una tarde cálida, una jornada apacible y relajada como tantas otras en las que aquellos melancólicos alemanes -que solían disfrutar de las comodidades del "Edén Hotel" enclavado en la tranquilidad y privacidad de las serranías cordobesas de La Falda- se reunían para recordar los buenos viejos tiempos y, de paso, hacer nuevos planes para un futuro mejor. Cerca del reducto de los Eichhorn, la paz también se encontraba en "El chorrito", un idílico paraje surcado por cascadas y manatiales que hacían las veces de un improvisado y bendito balneario en donde mitigar el calor de la provincia mediterránea; un maravilloso lugar de reunión donde los camaradas aprendieron -e hicieron propio- el arte y la sana costumbre del asado y un vasito de vino. La foto es un buen retrato de aquellos días de finales de 1950.
Con el sol del mediodía clavado sobre sus cabezas y vestidos como para otra ocasión, los germanos del "Edén" posaban felices y despreocupados para la posteridad. Uno de ellos -el de la izquierda- con coqueto sombrero y campechana pose de manos en la cintura, deja al descubierto el cinto del que se asoma, orgulloso, brillante y filoso, un cuchillo. Los lugareños solían pedírselo -a don Ricardo- para cortar los jugosos costillares sobre la parrilla, pero el alemán lo portaba por motivos diferentes.
La filosa pieza era una daga de honor de las SS nazis y su poseedor, don Ricardo Klement (el de la izquierda en la foto de este artículo), era -ni más ni menos que- el jerarca nazi Adolf Eichmann.


Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Eichmann, que se hacía llamar Otto Eckmann, fue capturado por el Ejército de los Estados Unidos, que "desconocía" su verdadera identidad. En los albores de 1946 se "escapó" de la custodia del Ejército estadounidense y se ocultó en varios lugares de Alemania durante algunos años. En 1948 obtuvo un salvoconducto para escapar a Argentina, pero no lo usó inmediatamente.A principios de 1950, Eichmann estuvo en Ginebra, donde se hizo pasar por un refugiado llamado Ricardo Klement. Con la ayuda de un fraile franciscano de ideas fascistas, que tenía conexiones con el obispo Alois Hudal, obtuvo un pasaporte emitido por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y un visado argentino, ambos documentos a nombre de "Ricardo Klement, técnico". El 17 de junio de 1950 salió en barco desde Génova y llegó a Buenos Aires el 14 de julio del mismo año. Vivió tranquilo y amparado en la Argentina hasta que el 11 de mayo de 1960 un comando clandestino del Mossad -servicio de inteligencia israelí- lo secuestró en un procedimiento irregular y violatorio de las leyes internacionales y soberanía argentina para llevarlo a Israel y -finalmente- condenarlo a muerte.


Marcelo García
Historias Lado B

domingo, 29 de julio de 2012

El misterioso visitante del Gran Hotel Viena

El Gran Hotel Viena, a orillas de la laguna de Mar Chiquita en la localidad de Miramar, en Córdoba (Argentina) soportó el paso del tiempo y hasta una violenta inundación en 1977. Pero su historia es mucho más interesante si regresamos el tiempo mucho más atrás y nos trasladamos a 1945, momento en el cual fue visitado por un conspícuo y extraño personaje alemán venido desde tierras muy lejanas.

El Gran Hotel Viena en estado de abandono.


Con la finalización de la Segunda Guerra Mundial, los rumores sobre el escape de los criminales de guerra nazis hacia diferentes partes del mundo, las leyendas sobre la vida en el exilio bajo identidades falsas y el misterio sobre la nueva vida de muchos de los principales jerarcas del Tercer Reich, crecieron de manera asombrosa. Pero muchas veces (la mayoría de ellas) las leyendas y los rumores muy lejos estaban de serlo, transformándose de manera espeluznante en concreta realidad.
Adolf Hitler ha sido, seguramente, uno de esos nefastos personajes sobre el que más historias se han contado al respecto. Su muerte en el bunker de Berlín tras la entrada de los rusos a la capital del Reich se va desdibujando cada día más y así las cosas, no son pocos los que aseguran tener algo para decir sobre su nueva vida en algún remoto lugar del planeta.
Argentina ha sido gran receptora (y de muy buen grado, por cierto, dadas ciertas circunstancias político / militares en su momento) de jerarcas nazis y Hitler ha sido sin dudas uno de ellos...
La llegada de Hitler a la Argentina es aún objeto de minuciosas investigaciones y no son pocos los datos que aportan algo de luz acerca de la presencia del sangriento Fuhrer alemán en tierras argentinas. La Patagonia es uno de los lugares que sirvieron de escenario para la "segunda vida" de Hitler, pero no fue el único lugar y es allí donde debe tenerse en cuenta a la provincia de Córdoba, en la zona central de la Argentina. Bien conocidos son los rumores (y algo más) sobre la presencia de Hitler en el Edén Hotel, ubicado en La Falda, localidad de la mediterránea provincia argentina, pero algo no tan difundida es la historia que lo relaciona directamente con el misterioso Gran Hotel Viena, ubicado en la localidad de Miramar (provincia de Córdoba, Argentina) a orillas de la Laguna de Mar Chiquita.

La familia Pahlke.


Este hotel fue construído entre 1940 y 1945 por Máximo Pahlke, jefe de una tradicional familia alemana afianzada en la zona tras deambular por Europa en busca del remedio para la frágil salud de uno de sus hijos. Ante la inminencia de la Segunda Guerra Mundial, los Pahlke llegaron a la Argentina (se habían casado en Uruguay) y Córdoba fue el lugar elegido para residir. Los Pahlke creyeron encontrar en Miramar la cura a los males de uno de sus pequeños hijos (se los solía ver dándose baños de barro a orillas de la laguna) y todo parece indicar que allí encontraron el aire y la atmósfera propicios para lograr sus cometidos.

Baños de lodo en Mar Chiquita. Máximo Pahlke.

Postal del Gran Hotel Viena (Circa 1945).


Máximo Pahlke construyó el Gran Hotel Viena y le dio una categoría de 5 estrellas, contrastando notablemente con el resto del relativamente sencillo poblado que lo rodeaba. Por aquellos años, Miramar, era una pequeña localidad de apenas 1.600 habitantes, por lo que los secretos no eran fáciles de guardar. Cada nuevo visitante, cada nueva cara, era detectada de inmediato y es así que rápidamente, hacia mediados y finales de 1945, comenzó a escucharse hablar mucho sobre un recién llegado que no dejó de captar la atención de los lugareños.

Al hombre se lo podía ver haciendo sus caminatas (no con poca dificultad física) a orillas de la laguna. Boina bien calzada, sobretodo largo y unos razgos que a más de uno les resultaban conocidos... Los comentarios sobre ese hombre se propagaron velozmente entre los lugareños y casi todos eran coincidentes. Nunca le tomaron una fotografía, pero todos hablaban de lo mismo. Todos hablaban y murmuraban por lo bajo esgrimiendo los más variados argumentos sobre esa presencia misteriosa.

Como siempre sucede en estos casos, aprecieron aquellos que casi todo lo sabían sobre ese hombre que caminaba con tanta dificultad, cubierto por sus abrigos. Habría llegado desde la Patagonia y tras una corta estancia en el Edén Hotel de la familia Eichhorn en La Falda, se había trasladado hasta la conocida laguna cordobesa: ese hombre misterioso sería, ni más ni menos que, el mismísimo Adolf Hitler.
La leyenda y el fantasma del extraño visitante siguen dando vueltas por allí...