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miércoles, 22 de febrero de 2023

Un agente de inteligencia y el viaje para organizar el traslado del cadáver de Evita a Europa

Un viaje a Roma, el contacto con personajes influyentes del Vaticano y la misión secreta del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz.


El cadáver de Evita y la organización de su traslado. Foto: Canal26.com


En 1955, el cuerpo sin vida de Evita quemaba en las manos de los cabecillas de la Revolución Libertadora. El cadáver jamás quedaba más de dos o tres días en el mismo lugar y los golpistas -esos mismos que le habían arrebatado el poder al general Juan Domingo Perón- no se atrevían a dar el paso para deshacerse de los despojos mortales de la Abanderada de los humildes. Mientras los dolientes descamisados veían en la difunta a una auténtica santa, varios de los sediciosos se desvelaban por dar con un plan, seguro y efectivo, que les permitiera ocultar el cuerpo y evitar que se convierta en el más preciado objeto de veneración de la nueva religión peronista.

La dictadura militar no sabía qué hacer con el cadáver de la ilustre fallecida, y éste se convirtió de la noche a la mañana en un poderoso e impensado enemigo que ni los inútiles intentos de hacer olvidar, ni tampoco sus balas, podrían doblegar.Tras un sin fin de idas y vueltas, ideas descartadas y planes abortados, se determinó que -tal como había prometido el general Pedro Eugenio Aramburu (presidente de facto) a la familia Duarte- Evita recibiría una "cristiana sepultura". Pero no sería un entierro más: todo se enmarcaría en una peligrosa misión de la que solo unos pocos estarían al tanto durante años. El objetivo era espultar el cadáver de María Eva Duarte de Perón sin dañarlo y al mismo tiempo ocultarlo de la vista de todos en algún lugar seguro y cuidadosamente elegido con anterioridad.

Desde el 22 de noviembre de 1955, el teniente coronel Carlos Moori Koenig era el jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército (S.I.E.), pero su inocultable desmanejo de la urticante cuestión del ocultamiento y preservación del cuerpo de Evita, rápidamente lo hizo caer en desgracia. Fueron sus subalternos los primeros en elevar las quejas debido al comportamiento "anti cristiano" de su superior con el cadáver de la "Santa Peronista" que deambulaba de aquí para allá. Pretendiendo dejar atrás rumores y sospechas (más que fundadas) de actos vejatorios ordenados e incluso practicados por el propio Moori Koenig contra el cuerpo inerte, el gobierno de facto lo desplazó de su cargo y en junio de 1956 colocó al mando al teniente coronel Héctor Cabanillas quien, junto a un joven oficial llamado Alejandro Agustín Lanusse, debería encargarse de la compleja tarea de organizar la piadosa sepultura de la Abanderada de los humildes.


Tumba en Milán (foto: Evita3.emiliobayona); documentos sobre la misión (en archivo personal del autor).

Notas sobre la misión del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz (en archivo personal del autor).



Pese a que Cabanillas era la cara visible de ese grupo y llevaba la voz cantante en la coordinación del plan, otro importante actor estaba a punto de entrar a escena. El 20 de noviembre de 1956, el mayor Jorge Tocagni (ayudante de campo del Ministerio de Ejército) envió una nota en la que informaba a las Fuerzas Armadas que desde las 17 de ese día, el teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz se convertía en sub jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército, y que pese a ser un subordinado de Cabanillas, estaba formalmente a cargo. Con ese nombramiento, empezaba otra historia.

Los documentos desclasificados completos

 

 Hora de actuar
Las medidas concretas no demoraron en llegar. El 4 de febrero de 1957, el capitán de fragata Francisco "Paco" Manrique (jefe de la Casa Militar de la Presidencia de la Nación) redactaba un memorando secreto que fue enviado a todos los funcionarios del Servicio Exterior de la Nación establecidos en Europa. La nota daba luz verde y la más absoluta libertad de acción a Ortíz para -según su criterio- encontrar el sitio y dar con los contactos adecuados que permitieran llevar adelante con éxito la operación. En la misiva Manrique ordenaba "prestar todo apoyo que requiera y sea necesario" al nuevo agente de inteligencia. Previamente, el día 1° de ese mismo mes, la División "L" (nombre en clave cuyo significado se desconoce) del S.I.E. le había entregado en mano a Ortíz dos importantes sumas de dinero: 1.000 dólares para viáticos por los países de Europa que visitara, y otros 8.350 dólares destinados a la compra de elementos técnicos (para espionaje).

En un primer momento se pensó un itinerario que, tras la llegada a Europa del transatlántico "Conte Biancomano" (en el que viajó Ortíz), fue modificado. El periplo original era el siguiente: Madrid (España), Roma (Italia), Bruselas (Bélgica), Rotterdam (Países Bajos), nuevamente Bruselas, Frankfurt (Alemania), Ginebra (Suiza), París (Francia), otra vez Madrid y, desde allí, el regreso a Buenos Aires. Sin embargo, y tal como surge de la nota redactada por Ortíz el 11 de marzo de 1957 a su vuelta de Europa, hubo un cambio de planes y se determinó que desde Roma no viajara directamente a Bruselas, sino que hiciera una curiosa parada en Milán.


El cementerio Maggiore de Milán y el sector del entierro. Fotos: gentileza CrónicasDeMilán.com.




El detalle no es menor: a la postre esa sería la ciudad de Italia en la que finalmente se sepultaría a Evita. Así surge la evidencia de algo que -hasta ahora- era un secreto a voces. Ortíz se valió de los contactos que le habían recomendado "tocar" antes de su salida de la Argentina, cuando Cabanillas le presentó a Francisco Rotger, un sacerdote de la Compañía San Pablo, que tenía muy buenas relaciones no solo con militares locales sino -lo que era aún más determinante- con el mismísimo Papa Pío XII.

La gestación del plan
Con estas credenciales, el agente de inteligencia pudo reunirse en la capital italiana con personajes de peso dentro del Vaticano. De éstos, el más importante fue el padre Giovanni Penco (de la misma orden religiosa de Rotger), quien activó la confección de los oficios secretos para concretar el plan. Penco fue el ideólogo de todo lo que estaba por llegar. Al cadáver de Evita había que "inventarle una vida previa", y darle un nombre y un apellido, todo bajo una falsa ciudadanía italiana. La idea cerraba perfecto: se pensaba hacer creer que esa mujer italiana había muerto en Buenos Aires y que su familia reclamaba el cuerpo para sepultarlo en Milán. Así fue como, tiempo después, en efecto sucedió.

Los documentos presentados por Canal26.com sacan a la luz el comienzo del viaje del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz, pero también demuestran cómo se varió el itinerario original con claras intenciones de confundir y despistar. Tan secreto fue ese viaje a Milán que el agente de inteligencia no lo llevó a cabo de manera oficial, sino que lo hizo a título personal y pagando (según consta en su nota del 11 de marzo de 1957) "de su peculio" el pasaje de ida y vuelta en tren. Había que dejar el menor rastro posible. Fue ese el instante en el que "nacía" María Maggi de Magistris, la nueva identidad de Evita; para que de inmediato... volviera a morir. Se hicieron los papeles y se confeccionaron los documentos necesarios, que eran auténticos y válidos, aunque con el nombre y el resto de los datos completamente falsos.

La "Operación traslado" acababa de comenzar.


La parcela en la que fue enterrada Evita en secreto, vista en la actualidad. Foto: gentileza CrónicasDeMilán.com.



Epílogo
El coronel Hamilton Alberto Díaz (que inicialmente iba a acompañar a Ortíz en su viaje preparatorio para colaborar en la planificación y que luego no lo hizo); personificó a "Giorgio Magistris", el viudo. Giuseppina Airoldi, una monja de la Compañía San Pablo, se convirtió en la encargada legal del entierro de "esa italiana" nacida en 1910 y fallecida en febrero de 1951, en la localidad de San Vicente, en la provincia de Buenos Aires, en Argentina. La inhumación se concretó el 13 de mayo de 1957 en la sepultura N°41, del sector 86, en el cementerio Maggiore de Milán. La lápida rezaba el nombre de María Maggi de Magistris, pero en realidad se trataba de María Eva Duarte de Perón. Tras 16 años de misterio, se supo el paradero del ataúd con el cuerpo de la Abanderada de los humildes cuando, el 3 de septiembre de 1971, fue devuelto al general Juan Domingo Perón mientras este se encontraba exiliado en España.



Fuentes/Documentación (en archivo personal del autor):
- Nota del mayor Jorge Tocagni, ayudante de campo del Servicio de Inteligencia del Ejército, informando sobre la designación del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz como Sub-Jefe responsable del S.E.I., 20 de noviembre de 1956.

- Notas firmadas por el teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz por partidas de dinero recibidas para su viaje a Europa. 1 de febrero de 1957.

- Nota del capitán de fragata Francisco “Paco” Manrique, jefe de la Casa Militar de la Presidencia de la Nación, informando sobre el viaje del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz a Europa. 4 de febrero de 1957.

- Facturas por compra de elementos de espionaje para el teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz en Ginebra, Suiza. 27 de marzo de 1957.

- Facturas por compra de elementos de espionaje para el teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz en Bonn,  Alemania. 27 de febrero de 1957.

- Rendición de gastos efectuados por el teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz en Europa. 8 de marzo de 1957.

- Nota del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz sobre la duración de su viaje por Europa. 11 de marzo de 1957.

- Nota del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz informando sobre la modificación del itinerario de su viaje por Europa. 11 de marzo de 1957.

- Nota del teniente 1º Hugo Arietti informando sobre la devolución de fondos de parte del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz y el mayor Hamilton Alberto Día por su viaje por Europa. 23 de abril de 1957.

- Pasaporte diplomático del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz. 1º de enero de 1957.

- Código utilizado por el teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz en sus comunicaciones con el coronel Héctor R. Cabanillas. 1957.

- Vizaciones del pasaporte del teniente coronel Gustavo Adolfo Ortíz durante su viaje por Europa. 1957.



Nota original: https://www.canal26.com/historia/un-agente-de-inteligencia-y-el-viaje-para-organizar-el-traslado-del-cadaver-de-evita-a-europa--336555


jueves, 28 de julio de 2022

Eva Perón, agente nazi: entrevista a Marcelo García en "El Conde del Once" por Radio Mitre con Gabriel Levinas

Eva Duarte de Perón en su rol de agente nazi. Entrevista a Marcelo García en "El Conde del Once", por Radio Mitre con Gabriel Levinas y la participación especial de Adriana Verón. Miércoles 27 de julio de 2022.

jueves, 24 de diciembre de 2020

"Evita, la agente nazi": Segunda parte de la entrevista a Marcelo García, por Mauro Castro

Segunda parte de la entrevista a Marcelo García, por el periodista e historiador Mauro Castro, en exclusiva para su canal en Youtube. En esta oportunidad, se hizo foco sobre el caso de Eva Perón y su rol como agente testaferro de los nazis en la Argentina. Debido a esto, se habló sobre el libro "La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler" (Marcelo García, Sudamericana, 2017). Mirá la entrevista en el video a continuación.

Visitá el canal de Youtube: Mau Castro

Muchas gracias Mauro.

sábado, 17 de agosto de 2019

Elizebeth Smith Friedman, la descifradora de códigos y un documento que hizo saber que Eva Perón era una agente nazi


"La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler" (Marcelo García) y Elizebeth Smith Friedman.


Elizebeth Smith Friedman fue una experta en criptoanálisis y autora estadounidense; y fue conocida como "la primera criptoanalista femenina de América". Sin embargo, como en tantos otros casos, su historia quedó algo relegada a la figura de su esposo; aunque sus trabajos resultaron ser de los más importantes para la seguridad de los Estados Unidos y para los Aliados, sobre todo en la Segunda Guerra Mundial.

Un pionero estadounidense en el campo de la criptología, el estudio de la escritura y resolución de códigos secretos, William Friedman ha sido muy reconocido dada su distinguida carrera como experto en descifrar códigos con el ejército estadounidense durante las Guerras Mundiales. Pero aunque Friedman es uno de los nombres más importantes en criptoanálisis (acuñó la palabra en sí), los historiadores, por lo general, pasan por alto el hecho de que su esposa, Elizebeth, fuera tan hábil como descifradora de códigos. De hecho, no debe ser casual que sus logros hayan sido (la mayoría de las veces veces de manera deliberada) puestos fuera de todo conocimiento de la opinión pública.

Elizebeth (escito con "e" en lugar de "a") Smith Friedman, la menor de nueve hijos de una familia cuáquera, nació en la zona rural de Indiana en 1892. Su madre deletreaba su nombre inusualmente, cambiando la a por otra e, según los informes porque no le gustaba el apodo de "Eliza". La joven Elizebeth era brillante y mostraba un talento para los idiomas, y estaba decidida a ir a la universidad a pesar del desánimo de su padre. Después de comenzar en el Wooster College de Ohio en 1911, terminó su licenciatura en Hillsdale College en Michigan, especializándose en inglés iluminado. También estudió alemán, griego y latín en Hillsdale, y fue allí donde descubrió su amor por William Shakespeare.

Tras graduarse y un breve período como directora suplente en una escuela secundaria de Indiana, Elizebeth viajó a Chicago en 1916 y visitó la Biblioteca Newberry, donde se exhibió el Primer Folio de su autor favorito. Allí, después de abandonar su trabajo principal por aburrimiento, preguntó a los bibliotecarios si sabían de algún trabajo de investigación o literatura disponible. Así, le presentaron al excéntrico George Fabyan, quien dirigía un centro de investigación privado de 500 acres llamado Riverbank en las cercanías de Ginebra, Illinois. En ese momento, Fabyan también empleó a una erudita llamada Elizabeth Wells Gallup, que estaba tratando de demostrar que Sir Francis Bacon había escrito las obras de Shakespeare. Gallup necesitaba un asistente de investigación. Elizebeth fue llevada a Riverbank para una entrevista, y unos días después, terminó siendo contratada.

En Riverbank, Elizebeth trabajó en una cifra que, según Gallup, estaba oculta en los sonetos de Shakespeare y supuestamente demostró la autoría de Bacon. Riverbank también empleó al nacido en Rusia William Friedman, un genetista educado en Cornell, para trabajar en el trigo, aunque se sintió cada vez más atraído por el proyecto Shakespeare. William y Elizebeth se enamoraron y se casaron en mayo de 1917, un mes después de que Estados Unidos ingresara a la Primera Guerra Mundial.

Riverbank fue uno de los primeros institutos en centrarse en la criptología, y en los primeros días de la guerra, el Departamento de Guerra confió en Riverbank casi exclusivamente. "Tan poco se sabía en este país de códigos y cifras cuando Estados Unidos entró en la Primera Guerra Mundial, que nosotros mismos teníamos que ser aprendices, trabajadores y maestros al mismo tiempo", escribió Elizebeth en sus memorias.

William y Elizebeth Smith Friedman.


Pero los Friedman a veces también trabajaban para otros gobiernos. Después de una recomendación del Departamento de Justicia norteamericano, Scotland Yard les trajo un baúl lleno de mensajes misteriosos que los británicos sospechaban que estaban siendo utilizados para facilitar la insurrección en la India, que entonces era una colonia británica. Al descifrar los códigos, escritos en bloques de números, los Friedman expusieron la Conspiración hindú-alemana, en la que activistas hindúes en los Estados Unidos enviaban armas a la India con ayuda alemana. El juicio resultante fue uno de los más grandes y caros en la historia de los Estados Unidos en ese momento, y terminó sensacionalmente cuando un hombre armado abrió fuego en la sala del tribunal, matando a uno de los acusados ​​antes de ser asesinado por un mariscal de los Estados Unidos. Sin darse cuenta del trabajo de descifrado de códigos de los Friedman, aparentemente creía que el acusado se había burlado.

La guerra terminó en 1918, pero Elizebeth y William continuaron su trabajo para el ejército, y en 1921, se mudaron a Washington, D.C. para concentrarse en el trabajo por contrato militar a tiempo completo. A Elizebeth le encantó el cambio de escenario, yendo del campo rural a la ciudad; recordaba haber ido al teatro varias veces a la semana cuando llegó por primera vez a D.C.

Después de pasar un tiempo trabajando para la Marina, dejó la fuerza laboral remunerada durante unos años para comenzar a criar a sus hijos, Barbara y John. Pero en 1925, la Guardia Costera llamó para pedirle ayuda en casos relacionados con la prohibición. Pronto comenzó a descifrar mensajes de radio encriptados utilizados por contrabandistas internacionales de licores que ocultaban bebidas alcohólicas en envíos de joyas y perfumes, entre otras cosas.

Elizebeth demostró ser un activo fundamental para la Guardia Costera durante la Prohibición. Ella fue la testigo estrella en un juicio de 1933 luego del estallido de una operación de ronde  contrabando de un millón de dólares en el Golfo de México y la costa oeste. Cuando se le pidió en la corte que probara cómo "MJFAK ZYWKB QATYT JSL QATS QXYGX OGTB" podría decodificarse como "anclado en el puerto a dónde y cuándo envía combustible", solo uno de los miles de mensajes codificados que formaron evidencia clave en el juicio, Elizebeth le pidió al juez que le encontrara un pizarrón y procedió a dar a la corte una conferencia sobre gráficos de cifrado simples, cifrados mono alfabéticos y cifrados polisilábicos, luego revisó cómo, en el transcurso de dos años, ella y su equipo interceptaron minuciosamente y descifró las transmisiones de radio de cuatro destilerías ilícitas en Nueva Orleans, explicando lo que significaba cada transmisión. El Asistente Especial del Procurador General, Coronel Amos W. Woodcock, escribió más tarde que la habilidad evidente de Elizebeth "causó una impresión inusual".

Solo un año después, Elizebeth nuevamente demostró ser invaluable para la Guardia Costera en el caso "I'm Alone", en el que un barco que enarbolaba una bandera canadiense fue hundido por la Guardia Costera después de negarse a reconocer una señal de "empujar y ser buscado". Después de que Canadá presentó una demanda contra los EE. UU. Por $ 380,000, incluidos los daños para el barco, su carga (que incluía licor) y las pérdidas de personal, Elizebeth acudió al rescate: pudo resolver 23 mensajes codificados por separado del barco que demostraron I'm Alone en realidad era propiedad de contrabandistas estadounidenses, a pesar de su bandera señuelo canadiense. Los principales cargos contra los Estados Unidos fueron desestimados, y el gobierno canadiense quedó tan impresionado con el trabajo de Elizebeth que le pidió a los Estados Unidos su ayuda para atrapar a una red de contrabandistas chinos de opio. Su testimonio más tarde llevó a cinco condenas.

Elizebeth y William no eran solo descifradores por día. Su fascinación personal con la criptología impregnaba toda su vida, en el trabajo y en el juego, y construía un vínculo único entre ellos. La pareja usó cifras en reuniones familiares con sus hijos, y desarrolló varios códigos para comunicarse entre sí a lo largo de su larga relación. Incluso se sabía que organizaban cenas en las que se codificaban los menús; para proceder al siguiente curso, sus invitados tendrían que resolver los acertijos.

Con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Elizebeth comenzó a trabajar para el Coordinador de Información, un servicio de inteligencia que sirvió como precursor de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), el predecesor de la CIA. Si bien William ganó una gran aclamación por liderar el equipo que descubrió la Máquina de cifrado púrpura de Japón, un descubrimiento que le dio acceso al gobierno de los Estados Unidos a comunicaciones diplomáticas antes del bombardeo de Pearl Harbor, los éxitos de Elizebeth fueron menos publicitados. Pero según Jason Fagone, autor de la biografía reciente The Woman Who Smashed Codes, Elizebeth pasó la guerra como cazadora de espías nazi para el FBI, rompiendo códigos alemanes y trabajando estrechamente con la inteligencia británica para reventar los anillos de espionaje del Eje. John Edgar Hoover la sacó de la historia una vez que terminó la guerra, clasificando sus archivos como de alto secreto y tomando el crédito por sí mismo.

Una verdadera injusticia, sobre todo pensando en que gracias a sus trabajos de descifrado, Elizebeth descubrió que una de las integrantes de esa red de agentes nazis era -de manera impensada- Eva Duarte de Perón, quien con los años se transformaría en esposa del presidente argentino Juan Domingo Perón.

La que luego sería conocida mundialmente como la "Abandera de los humildes", Eva Duarte, tenía relación de larga data con los altos mandos militares argentinos filonazis, entre ellos el propio Perón (a quien conocía desde al menos 1941 y que era su amante) y con los principales efectivos del nazismo en la Argentina (de la embajada alemana y con agentes secretos), que debido a sus dotes de valentía, arrojo y ambición, transformaron a "Evita" en una sigilosa testaferro de intereses económicos de los nazis en la Argentina.

"Evita" había entrado al mundo de relaciones filonazis en Argentina gracias a gente como Francisco Muñoz Aspiri, su guionista radial y luego el redactor de todos sus discursos, quien a su vez la presentó a militares, políticos y otros conocidos que eran funcionales a los intereses del nazismo en el país. Entre estos estaban Dietrich Niebuhr, agregado naval alemán en Buenos Aires y jefe de la Ettapendienst, Gottfried Sandstede, jefe de la propaganda nazi en Argentina, el embajador Edmund von Thermann y el multimillonario financista alemán Ludwig Freude. Muchos documentos sacaron a la luz el rol de Eva Duarte como testaferro y directa cuidadora de grandes sumas de dinero de los nazis en Argentina durante la Segunda Guerra Mundial y años posteriores; una posición que incluso le valió enfrentarse al mismísimo Perón por el manejo -o el control- de cifras millonarias que eran de los alemanes y que en absoluto les pertenecían a ellos, y que Perón pretendió apropiarse en flagrante traición a los nazis de posguerra.

Las actividades de Eva Duarte de Perón como agente nazi también quedaron al descubierto por sucesivos informes de la Marina Argentina, a través de informantes como el oficial principal Nicéforo Alarcón, quien detallaba con lujo de detalles los lugares en donde se depositaban sumas millonarias a nombre de Eva Duarte. La esposa de Perón era cabeza del "StrohfrauenGruppe" (Grupo de Mujeres de Paja, o testaferros) de la inteligencia alemana en Argentina, a cargo de otras agentes femeninas.


Una de las páginas de un documento de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos), identificando a Evita como agente nazi.


La historia completa sobre el rol de Eva Duarte de Perón como activa agente nazi (fundamentalmente tras el viaje a Europa en 1947), está contada al detalle en mi libro "La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler" (Marcelo García, Sudamericana, 2017):
https://www.megustaleer.com.ar/libros/la-agente-nazi-eva-pern-y-el-tesoro-de-hitler/MAR-009453

Al mismo tiempo, una parte importante del trabajo de Elizebeth para el FBI es un poco más conocida: su experiencia en descifrar códigos fue clave para resolver el "Caso de Doll Woman" de 1944, en el que Velvalee Dickinson, una vendedora de muñecas antiguas con sede en Nueva York, fue condenada. de espiar en nombre del gobierno japonés. El trabajo de Elizebeth ayudó a demostrar que las cartas que Dickinson había escrito, aunque aparentemente sobre la condición de muñecas antiguas, en realidad describían las posiciones de los barcos estadounidenses y otros asuntos relacionados con la guerra y estaban destinadas a las manos de los funcionarios del Eje. Como Fagone señala, aunque los periódicos del día escribieron sin aliento sobre Dickinson como "la espía número uno de la guerra" y cómo los "criptógrafos del FBI" descifraron sus códigos, nunca se mencionó a Elizebeth.

Elizebeth se retiró en 1946, un año después de que terminó la Segunda Guerra Mundial, y William hizo lo mismo al año siguiente. En 1957, después de muchos años de investigación, finalmente publicaron su obra maestra, The Shakespearean Ciphers Examined, que ganó premios de varias instalaciones de investigación de Shakespeare. En contradicción con las teorías de Gallup, los Friedman negaron que Francis Bacon hubiera escrito alguna obra conocida como Shakespeare, e incluso enterraron un mensaje descarado a tal efecto en una de las páginas, una frase en cursiva que cuando se descifra lee: "No escribí el obras de teatro. F. Bacon ".

Después de la muerte de William en 1969, Elizebeth dedicó gran parte de su tiempo a recopilar y documentar el trabajo de su esposo en criptología, en lugar de celebrar sus propios logros extraordinarios en el campo. Los frutos de su esfuerzo eventualmente se convertirían en parte de la Biblioteca de Investigación George C. Marshall, nombrada en honor al Jefe de Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos de la Segunda Guerra Mundial.

Elizebeth murió en Halloween en 1980 y fue enterrada con su esposo en el Cementerio Nacional de Arlington. Inscrita en su lápida doble hay una cita, no de William Shakespeare, pero comúnmente atribuida a Francis Bacon: "EL CONOCIMIENTO ES PODER". También es un cifrado: cuando se descifra, se lee "WFF", las iniciales de William Friedman.


Marcelo García




viernes, 2 de agosto de 2019

El día que Juan Mahler "recordó" que era el nazi Reinhard Kopps

En 1994, con una rara mezcla de cinismo y perversión, el nazi Reinhard Kopps apeló a su indignante memoria selectiva frente las cámaras de televisión, para negar lo innegable.

Reinhard Kopps en sus días de SS, y en Bariloche bajo la falsa identidad de Juan Mahler.


Durante los días de la Segunda Guerra Mundial, Reinhard Kopps fue un alto oficial de las SS, un entusisata defensor de las ideas radicales del Partido Nazi. Sin embargo, los servicios prestados para su amada Alemania no se limitaron a eso, y tras la derrota del nrégimen de Adolf Hitler en el conflicto bélico, ayudó a miles de otros nazis a escapar con rumbo a la Argentina, hacia donde también él huyó.

Nada hubiese sido posible sin la participación del Vaticano, al amparo del Papa Pío XII y la activa participación del obispo Alois Hudal.

Austríaco de nacimiento y residente en Roma, durante 30 años Hudal fue rector del seminario alemán de Santa Maria dell'Anima en la capital italiana y, hasta 1937, un influyente representante de la Iglesia austríaca. En su libro de 1937 Los fundamentos del nacionalsocialismo, Hudal elogió abiertamente a Adolf Hitler y sus políticas. Después de la Segunda Guerra Mundial, este religioso antisemita fue uno de los artífices de la Ratline o Líneas de las Ratas, que permitió a importantes nazis alemanes y otros ex oficiales y líderes políticos del Eje, entre ellos criminales de guerra, escapar de los juicios por crímenes de lesa humanidad.

Del bando nazi, su principal contacto era justamente Reihard Kopps, quien tuvo el camino allanado para darle protección a nazis fugitivos, gracias a la red desplegada por el General Juan Domingo Perón, presidente de la Argentina desde 1946, y su esposa Eva Duarte de Perón, quien se encargó personalmente de establecer puestos de emigración hacia la Patria Justicialista en lugares como Génova (Italia) y Berna (Suiza) durante su viaje a Europa en 1947.

Al igual que tantos otros, Kopps logró establecerse tranquilamente en la ciudad de Bariloche, en la provincia de Río Negro, en la Patagonio Argentina, protegido por el régimen peronista. En 1952, la embajada alemana le otorgó un salvador cambio de identidad y desde entonces fue conocido por la comunidad local bajo el nombre falso de Juan Mahler.

Todo parecía transitar por carriles normales, hasta que en 1994, la paz de la comunidad alemana (sobre todo la de los nazis) se quebró de manera definitiva, cuando la cadena televisiva estadounidense ABC envió a Bariloche al periodista Sam Donaldson, quien viajó con inetnciones de encontrar a nazis fugitivos y que nunca llegó a sospechar lo que iba a descubrir.

Donaldson esperó pacientemente en la acera de una casa que le habían marcado como perteneciente a un alto ex oficial de las SS. Se trataba de Reinhard Kopps.

Cuando el nazi salió de la morada se topó con la incómoda pregunta de Donaldson: "¿Es usted Reinhard Kopps?"

La inmediata reacción del entrevistado, no sin antes tratar de evitar el momento, fue la de poner cara "de nada" y negar. Simplemente, negar. La negación no era extraña a los nazis fugitivos, y motivos -por supuesto- no faltaban. De hecho, la negación es un mecanismo de defensa con el que se enfrentan los conflictos negando su existencia o su relación, o incluso su relevancia con el sujeto. Se rechazan todos y cada uno de los aspectos de la realidad que se consideran desagradables. En este caso, además, incómodos y perturbadores.


Reinhard Kopps "cazado" en Bailoche.


"No, yo no soy Reinhard Kopps", atinó a decir el anciano ante los corresponsales de ABC, quienes dada su insistencia, lograron finalmente una de las confesiones más extrañas de la historia tras mostrarle una foto de sus días de juventud con el uniforme de las SS y su carnet de afiliación al Partido Nazi. 

Con la evidencia a mano, la estrategia se hizo añicos en el acto: "Yo fui Reinhard Kopps, pero ya no lo soy. Me llamé así hasta 1952, y desde entonces me llamo Mahler"; dijo -con algo de culpa en su expresión- el viejo nazi puesto en aprietos.

"Kopps era mi nombre, pero ya no. Hay una gran diferencia", sostuvo el nazi en Bariloche.

Luego, apretado por las circunstancias tras ser consultado si había ayudado a escapar a muchos nazis hacia la Argentina con ayudadel Vaticano, dijo Mahler/Kopps ante las cámaras: "Por aquel entonces, yo no sabía que hacía eso. Muchos años después me di cuenta".

Como "por arte de magia", o si se quiere por la simple y justiciera acción de la memoria (esa -muchas veces- "molesta" función del cerebro que permite codificar, almacenar y recuperar la información del pasado), Juan Mahler recordó que en realidad uno nunca deja de ser quién fue. Mucho menos él.

martes, 26 de septiembre de 2017

sábado, 9 de septiembre de 2017

Artículo sobre "La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler" en el Blog de la Historia


Publicado bajo el título "Eva Perón, considerada una agente nazi", el jueves 7 de septiembre de 2017 en El blog de la Historia. http://www.elblogdelahistoria.com




Eva Perón, considerada una agente nazi.

Bajo el título de “La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler”, Marcelo García nos ofrece un libro que no tiene desperdicio.
Aunque el libro es bastante fuerte y directo, y también hay que tener presente que toca dos de los temas más icónicos de la historia del siglo XX. Por un lado, el mayor ícono femenino de Argentina y por otro, el nazismo y la figura de Hitler. Ofreciéndonos una interesante tesis, aunque también arriesgada. No obstante, este libro tiene más que fundamentos. El autor a recogido cientos de documentos desclasificados del FBI para poner en pie su teoría.

Tampoco hay que olvidar que en esta ocasión la temática de Eva Perón podría desconcertar incluso a sus más fieles seguidores. Tal como anuncia el autor, quizás debido fundamentalmente a la ambición desmedida hacia los tesoros nazis. También debemos mencionar que no es la primera vez que se habla de la perfecta connivencia del gobierno nazi y el peronista. Recordemos también, tal como menciona el autor en “La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler” que la formación académica militar de Perón era simpatizante del nacionalismo y de sus constantes viajes a ciudades europeas.

Resumen de la agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler.
El autor nos habla del supuesto encuentro entre Evita y Hitler, en un viaje donde la protagonista también aprovecho para visitar varias entidades bancarias suizas. Gracias a Marcelo García podremos vivir un momento histórico plagado de luces y sombras, con muchos intereses políticos entre medio. Este escritor nacido en 1970, también es ilustrador y diseñador. Actualmente trabaja en Diario26, un portal periodístico pero además puedes visitar su blog HistoriasLadoB.blogspot.com.ar.

Fundamentos de la alianza Argentina-nazi.
Conocida como Evita, Eva Perón había realizado su viaje a Europa, supuestamente para fortalecer lazos diplomáticos y empresariales. Según los registros de muchos de los archivos suizos y las investigaciones de los considerados cazadores nazis, Evita estaba en realidad coordinando una red para ayudar a nazis a trasladarse a Argentina.

Por ello este libro que habla sobre la leyenda de las relaciones entre ambos personajes puede estar más que probada, aunque todavía existe interrogantes que deben contestarse. No hay que olvidar que los archivos suizos también indican que Suiza tampoco hizo nada por parar a los secuaces de Hitler o ayudar a colapsar al Tercer Reich. Y que esa antigua conexión suizo-argentino-nazi llegaría incluso hasta el presente. No hay que olvidar que el juez español Baltasar Garzón también saco a la luz la existencia de cuentas bancarias controladas por oficiales militares argentinos que dirigieron la llamada “Guerra sucia” que mato a miles de argentinos entre1976-83. En 1946, la primera oleada de fascistas derrotados se instalaba en la nueva Argentina y empezaron a saltar los rumores que los agradecidos nazis pagarían a Perón en agradecimiento, la campaña presidencial.

La figura de Evita con el nazismo.
Nacida en 1919 como hija ilegítima, Evita tuvo que prostituirse para sobrevivir pero quizás nunca pensara que llegaría tan alto gracias a sus amantes que sin duda le ayudaron a subir la escalera social. Pronto entraría en su vida el apuesto militar Juan Perón con el que se caso en 1945. Evita como segunda esposa, se convirtió en la "reina de los pobres", y la protectora de los descamisados, creando una fundación para ayudar a los más pobres. Pero los intereses inesperados que empezaron a llenar también su vida, le hizo también empezar a ayudar a los nazis. Sobre todo, por apoyar a su marido. El propósito secreto de su gran viaje a Europa apunta a la reubicación nazi.

Se sabe que la primera parada de Evita en su gira europea fue España, donde el Generalísimo Francisco la recibió con los brazos abiertos. La España de Franco fue una importante tapa temprana para los nazis que necesitaban un lugar para quedarse provisionalmente antes de continuar su viaje permanente hacia a América Latina o Oriente Medio. Para saber más te animamos a que leas el maravilloso “La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler” de  Marcelo García.



Link a artículo original:
http://www.elblogdelahistoria.com/2017/09/eva-peron-libros-considerada-una-agente.html


domingo, 3 de septiembre de 2017

miércoles, 9 de agosto de 2017

Marcelo García: "Evita fue agente al servicio de los nazis de posguerra traicionados por Perón"


Marcelo García, autor de "La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler" (Sudamericana - 2017) 
(Foto del autor: Copyright, María Sol García)


La historia argentina está mal contada. Fueron décadas de recortes parciales hábilmente dirigidos -tal vez- de manera intencional, con los que se pretendió relatar una película mostrando tan sólo algunos inconexos fotogramas; un modo que -a la luz de los hechos- no ha sido definitivamente el mejor para comprender qué cosas nos sucedieron en realidad.
Durante años se pobló el gigantesco panteón de los argentinos ilustres, elevados en inconducente e insana postura a lo más alto del altar de los próceres, a quienes se transformó en impolutas celebridades de mármol y bronce, a los que nadie debería -siquiera- atreverse a tocar.
Sin embargo, esos personajes -lejos de ser etéreas figuras rayanas con la inalcanzable perfección- fueron de carne y hueso, con virtudes y defectos, grandezas y flaquezas que -pese a todo- en nada disminuyó o invalidó todo lo bueno que también pueda llegar a decirse de ellos.

En 2012 decidí hurgar en los inconmensurables misterios que encierra la cercana -y ciertamente laberíntica- relación del peronismo con los nazis, un tema que, pese a la impresionante proliferación de pruebas, muchos aún pretenden ocultar.
El libro "La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler" (Sudamericana - 2017), es fruto de un minucioso trabajo de investigación, consulta y lectura de miles de páginas de documentos desclasificados y otras impensadas fuentes de confiable información que llevó a una inédita conclusión: Juan Domingo Perón y su esposa, Eva Duarte, mantuvieron un urticante conflicto de intereses, motivado principalmente por el manejo de los millonarios bienes de los nazis, llevados hacia Buenos Aires (desde antes y durante la Segunda Guerra Mundial), con el preciado objetivo de levantar un IV Reich desde el exterior y que -luego- fueron oscuro objeto de deseo a modo de expolio de parte del mismísimo Presidente de la Nación.

¿Cómo ingresó Evita al mundillo de relaciones y actividades filonazis? Todo será revelado a lo largo de las 336 páginas que se leen como una atrapante novela de misterio, pero encierran las más sorprendentes revelaciones sobre uno de los costados más oscuros de la vida de la "Abanderada de los humildes" y su relación con "·el primer trabajador".

La activa participación de Evita, primero como colaboradora y luego como jefa de uno de los grupos de agentes nazis femeninas reunidas por Gerda von Arenstorff, influyente funcionaria de la embajada alemana en Buenos Aires, no sólo quedó sobradamente documentada (como expongo en el libro), sino que le valió captar la atención, la estima y los favores de los principales jefes de la inteligencia y la clandestinidad nazi en el país, cuyo cabecilla fue el Capitán Dietrich Niebuhr, agregado naval de la representación diplomática germana, pero antes que nada, encubierto jefe de la Ettapendienst, además de ganarse el aprecio y reconocimiento de otros importantes personajes de la estructura nazi, tal el caso del financista Ludwig Freude (custodio de los inetereses de Adolf Hitler en Argentina y otras partes de Sudamérica y, posteriormente, asesor de Perón), como así también quienes desde Europa no dejaron de destacar su esmerado accionar, entre ellos Wilhelm von Faupel (jefe del Instituto Iberoamericano de Berlín) y el notable Wilhelm Canaris (largamente relacionado con la Argentina y jefe de la Abwehr).

Sin embargo, eso no es todo. Tras más de cuatro años de investigación y escritura, en "La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler" planteo por primera vez, de un modo sorprendente y original, el insospechado choque de intereses entre las dos máximas figuras del peronismo y demuestra cómo Eva Perón se convirtió en una de las más eficaces agentes del nazismo cuando viajó a Europa en 1947 para cumplir una doble y secreta misión: ser funcional a su marido acordando una impresionante oleada de nazis hacia la Argentina (a cambio de ingentes sumas millonarias que iban a las cuentas del matrimonio presidencial) y -al mismo tiempo- orquestar una jugada maestra para llevar de regreso al Viejo Continente (con destino final en Suiza, donde hizo arreglos con banqueros que manejaban y protegían las fortunas de los nacionalsocialistas), parte del tesoro nazi a punto de ser expoliado por su esposo, el mismísimo Presidente de la Nación.

La insospechada conclusión a la que se llega, gracias a contundente documentación, es que Evita fue agente al servicio de los nazis de posguerra traicionados por Perón.


Marcelo García

Sinopsis:

Con la debacle nazi consumada, el tablero de la política internacional comienza a reacomodarse. Mientras Adolf Hitler, en el exilio, pierde fuerza e influencia, Juan Domingo Perón -alentado por las circunstancias- se propone erigir a la Argentina como una nación rectora de Sudamérica, tomando la posta de la derrotada Alemania e intentando replicar su ímpetu expansionista en la región.

¿Cómo pretende Perón financiar sus planes de dominación? Mediante el expolio de las millonarias fortunas que fueron secuestradas por el nacionalsocialismo alemán y pacientemente trasladadas hasta Buenos Aires. Su mayor obstáculo será nadie menos que su propia esposa, Eva Duarte, quien pondrá en acción sus poderosas conexiones para salvaguardar esos tesoros.

La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler nace del trabajo de investigación y consulta de cientos de documentos desclasificados -entre ellos, los de las pesquisas que mandó a hacer John Edgar Hoover cuando se encontraba al frente del FBI-, sobre los cuales el historiador Marcelo García construye una irresistible tesis destinada a entrelazar la inesperada y atrapante trama internacional de acuerdos y traiciones entre la Alemania nazi y la Argentina de Perón.

El resultado de este enorme trabajo es un libro que revisa uno de los misterios más magnéticos del peronismo desde una perspectiva nueva: la de los conflictos de intereses entre sus dos más grandes figuras.


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domingo, 2 de junio de 2013

La inesperada y oportuna ayuda de Eva Perón a los pobres "cabecitas negras" de Washington

Eva Perón.


Para los Estados Unidos aquella jornada del año 1949 debía ser de júbilo y fiesta nacional. Harry Truman asumía la presidencia del país y se encaminaba reforzar los actos de gobierno con los que había dejado su lamentable huella en el período anterior. Truman, aquel granjero norteamericano que de la noche a la mañana había sucedido al fallecido Franklin D. Roosevelt había querido pisar fuerte y sin dudarlo lanzó las criminales bombas sobre Hiroshima y Nagasaki poniendo fin (?) a la Segunda Guerra Mundial. Tras aquellos actos de puro terrorismo, Truman creyó que se llevaría el mundo por delante (en parte ya lo había hecho...) pero se topó con un hecho que estaba destinado a enfurecerlo como pocas veces alguien lo había logrado.
Mientras las más importantes delegaciones mundiales llegaban a Washington para participar de la asunción de Truman como nuevo presidente de Estados Unidos, llegaba también a la embajada argentina en la capital norteamericana un comunicado que tuvo (en sentido figurado) efectos similares al de aquellas bombas sobre Japón.

Truman recibía una bofetada en su propia casa. La carta recibida en la embajada argentina aquel 21 de enero de 1949 provenía de la Fundación Eva Perón, en Buenos Aires, y anunciaba que al día siguiente de la asunción presidencial de Truman se haría efectiva la entrega de ropa de abrigo y calzado proveniente del gobierno argentino y cuyos destinatarios eran los pobres que habitaban los suburbios de la ciudad capital norteamericana. Eva Perón no hacía nada por casualidad y todos sus actos buscaban lograr un cometido. No era espontánea y sabía pegar siempre donde más dolía. En eso también era una experta.
La fundación que comandaba la mujer más importante de la Argentina de entonces había diagramado un sistema de ayuda junto a la Children's Aid Society para unos 600 indigentes de Washington, lo cual incluía prendas de abrigo y calzado fabricados en la Argentina. El encargado de recibir el envío argentino en Washington era el reverendo Ralph Faywatters, quien estaba al tanto de las verdaderas intenciones de Evita. Faywatters se encargó no sólo de ser el "cartero" que anunció la "buena nueva" de la llegada de la ayuda argentina a Washington, sino que además se encargó de organizar a otras tantas instituciones de ayuda social en Estados Unidos, con lo cual puso en alerta a muchas personas que efectivamente necesitaban ayuda de alguien, aunque fuera de Evita y Perón.
El mensaje de Evita era claro: en los Estados Unidos también había pobreza y qué mejor manera de dejarla al descubierto (y de paso dar una bofetada al gobierno norteamericano) que enviando una ayuda inesperada.
Los destinatarios de aquella ayuda "desinteresada" de Eva Perón y del gobierno que encabezaba su esposo, Juan Domingo Perón, eran 600 niños pobres, negros, que se encontraban en los barrios más marginales de Washington. El gobierno norteamericano pidió explicaciones de inmediato tras lo cual los diferentes medios se hicieron eco del "escandalo" internacional y el golpe de knock-out recibido por Truman. La agencia AFP se encargó de aclararlo todo con un poco creíble: "No hubo intención de demostrar que en un país rico cual es Estados Unidos, hay niños pobres"...
La revista Newsweek llevó el caso a su portada con el sugestivo titular de "Señora pockets" (Señora bolsillos) y Times ocupó su primera plana con un contundente "Helping hand" (Mano que ayuda). No fueron los únicos medios que dieron espacio al dolor de cabeza de Truman...

Cobertura en los medios norteamericanos.


A Truman le costó digerir ese trago amargo y removió cielo y tierra para evitar que la ayuda se concrete de manera efectiva dejando al descubierto la pobreza en la mismísima ciudad de Washington.
La embajada argentina esbozó una inconsistente explicación alegando que en realidad lo de la superposición de fechas (la asunción de Truman y la llegada de la ayuda argentina) era mera coincidencia. Nadie lo creyó, ni Evita, por supuesto.
Aquel gesto de típica filantropía peronista destinada más a desarmar a "la contra" antes que a ayudar concretamente a los más necesitados logró todo lo esperado y deseado por Eva Perón. Impacto en los destinatarios y un sabor a victoria enviciada de revancha y venganza tan habituales en la abanderada de los humildes.
Años más tarde fueron encontrados rebiosos manuscritos de puño y letra de Eva Perón y en uno de ellos se leía claramente "la pasada de facturas" propinada por Evita, en ese caso al gobierno norteamericano, que con tan malos ojos veía al dictatorial gobierno peronista elegido por el voto popular. Decía Evita sobre aquella ayuda "desinteresada" y sin "doble intención":
"Sirva de ejemplo este acto y esta ayuda que lo hacemos con todo respeto y todo carinño por el gran pueblo de los Estados Unidos y humildemente le hacemos llegar nuestro granito de arena de ayuda. Este avión argentino que llegará a Estados Unidos representa a la bondad de nuestro conductor y lo que somos capaces de hacer por el desposeído, esté donde esté y se encuentre donde se encuentre".

Tras la prosa y la verborrágica dialéctica de Eva Perón, Harry Truman supo leer toda la rabia, el odio y el fanatismo de una mujer que solía hacer gala de esos dudosos atributos más a menudo de lo imaginado. Las enormes diferencias insanjables entre el gobierno de Estados Unidos y el demagogo y poco afecto a la pluralidad gobierno de Juan Domingo Perón quedaron marcadas de manera inocultable tras este episodio enviado desde "el más allá" por la Santa Evita, endiosada como nunca por su altanería y sus reacciones intempestivas, agrandada por un poder absoluto que ella y su marido habían forjado a fuerza de palo y chicana para con quienes no pensaban como ellos. La pedantería en su máxima expresión. Aquella ayuda de Evita a los "cabecitas negras" norteamericanos llegó y lejos de calmar los ánimos y los espíritus, lejos de dar sincero y desinteresado abrigo a los desposeídos, revolvió el avispero como tantas otras veces supo hacerlo a lo largo de su historia...Después de todo, era su especialidad.