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sábado, 5 de enero de 2013

Londres planeó devolver a Astiz a la Argentina bajo un seudónimo


A 30 años de la guerra / Revelaciones de Gran Bretaña
Londres planeó devolver a Astiz a la Argentina bajo un seudónimo
Por Hugo Alconada Mon | LA NACION

Traslado de Alfredo Astíz en un helicóptero británico.



En plena guerra de Malvinas, el gobierno británico planificó otorgarle un seudónimo al entonces capitán de la Armada, Alfredo Astiz, y meterlo en un vuelo directo de Londres a Buenos Aires. Buscaba así terminar con los reclamos diplomáticos de Francia y Suecia, que querían interrogarlo por las desapariciones de por lo menos tres ciudadanos, según consta en los documentos desclasificados en Londres sobre el conflicto de 1982.

Ese plan de repatriación llegó a un punto avanzado, con la reserva de un pasaje aéreo para el miércoles 9 de junio, cuatro días antes de la rendición argentina. Pero no llegó a concretarse, aunque de todos modos Astiz inició su regreso un día después, con escala en Brasil, cuya dictadura también presionó a Gran Bretaña.

El esfuerzo del gobierno de Margaret Thatcher por sacarse de encima a Astiz se debió a su temor de que la dictadura argentina aplicara represalias contra sus soldados que permanecían como prisioneros de guerra o contra otras personas o activos británicos en territorio argentino. "Soy muy consciente de que continúa la detención de nuestro piloto de un Harrier, el teniente [Jeff] Glover", alertó el ministro de Relaciones Exteriores, Francis Pym, a su par de Defensa. "Ha habido otros reportes de posibles acciones contra objetivos británicos en la Argentina", añadió.

El eje del asunto, desde la óptica británica, era que Astiz podía negarse a responder cualquier tipo de pregunta desde París o Estocolmo, amparado en la Convención de Ginebra, que fija las reglas para el tratamiento de los prisioneros de guerra.

La sensibilidad alrededor de Astiz resulta evidente de la lectura de los documentos que desclasificó el Archivo Nacional en Londres . Es, por ejemplo, uno de los pocos militares argentinos a los que Pym y otros referentes del gabinete de Thatcher alude por su nombre y le dedica sus esfuerzos diplomáticos.

El propio Pym esboza las distintas categorías de prisioneros argentinos en un cable diplomático secreto. Consigna que 1400 serán enviados en barco a Montevideo, en tanto que los de "categoría especial, incluyendo altos oficiales, miembros de fuerzas especiales y prisioneros de valor para inteligencia serán retenidos en las islas". Y a Astiz, en ese mismo cable, le dedica dos párrafos por separado, con los detalles de su arribo a Gran Bretaña y el plan de vuelo bajo otra identidad.

El problema era la continua y creciente presión internacional sobre Londres que siguió a la difusión del arresto de Astiz, aun después que el gobierno británico indicó que respetaría los límites fijados por la Convención de Ginebra. "La negativa francesa a aceptar un no como respuesta es embarazosa", advirtió en otro memo el secretario privado para asuntos internacionales de Thatcher, John Holmes, uno de sus asesores más cercanos mientras la "Dama de Hierro" ocupó la residencia de Downing Street.

Holmes incluso calificó de un "intento bastante crudo de presión" el recordatorio del gobierno de François Mitterrand de que así como pedía la colaboración británica para interrogar a Astiz, Londres a su vez pedía su asistencia para detener el envío de armamento a la Argentina.


25 de Abril de 1982: Astíz se rinde ante los británicos sin disparar ni un solo tiro en las islas Georgias del Sur.



"Prisionero difícil" 
Jefe de la guarnición argentina en las islas Georgias del Sur, Astiz se había rendido sin disparar un solo tiro tras dos bombardeos. La fotografía del momento en que firmaba su rendición "incondicional", el 25 de abril de 1982, ante dos oficiales británicos, recorrió el mundo. Y su uniforme, con los galones incluidos, se exhibe desde entonces en el Imperial War Museum de Londres.

El problema para los ingleses, sin embargo, llegó después: sobre Astiz del que ya circulaban las denuncias internacionales por violaciones a los derechos humanos en la ESMA, resultó un "prisionero difícil", según informes recibidos en Londres. Entre otros motivos, porque atacó a un guardia y armó una "primitiva daga con una pata de la cama".

Tras una escala en la isla Ascensión, Astiz se convirtió además en el único prisionero de guerra argentino que terminó en Gran Bretaña. Arribó a Portsmouth, el 5 de junio, y una guardia armada lo trasladó de inmediato a un centro de la Policía Militar en Chichester, Sussex.

Por entonces, los reportes de prensa de la época ya lo identificaban como "el ángel rubio" al que marcaban como el responsable de la desaparición de las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon, y la joven sueca Dagmar Hagelin. Sin embargo, los límites para Londres ya resultaban claros, potenciados por las advertencias de los expertos de la Cruz Roja. "De contactos recientes con ellos está claro que si le preguntáramos más a Astiz [que lo permitido por la Convención de Ginebra] se sentirán habilitados a criticarnos públicamente", alertó Pym. Y eso, añadió, podía resultar un problema cuando "el número de prisioneros de guerra argentinos en nuestras manos podría trepar aun más agudamente en el futuro inmediato".


Nota original publicada en La Nación (Domingo 30 de Diciembre de 2012. Edición digital y edición impresa ): http://www.lanacion.com.ar/1541566-londres-planeo-devolver-a-astiz-a-la-argentina-bajo-un-seudonimo


sábado, 25 de agosto de 2012

Unity Mitford: aristocrática británica, nazi por convicción y enamorada de Adolf Hitler

Unity Valkyrie Freeman Mitford.


La historia de Unity Valkyrie Freeman Mitford es una de esas dignas de ser plasmadas en una película, como tantas otras de aquellos lejanos y oscuros días en los que la humanidad comenzaba a quedar bajo la temible sombra del poder nazi en Europa. Nacida el 8 de agosto de 1914 en el seno de una importante familia londinense, Unity Mitford creció en una Europa con olor a putrefacción en la posguerra y comenzó a incorporar por propias convicciones el ideario nacionalsocialista que llegaba tan potente desde la lastimada Alemania, cada día más simpatizante de las radicalizadas e inmorales ideas del partido nazi.
Unity Mitford se convirtió rápidamente en una locuaz y extrovertida vocera de las ideas propugnadas por Adolf Hitler y, como si fuera poco, era hermana de Diana, quien (casualmente) estaba casada con Oswald Mosley, el líder de la Unión Británica Fascista y fiel defensor del programa nazi. Sin embargo había otro parentesco muy sugestivo: Unity era prima de una tal Clementine Hozier, esposa de Winston Churchill...

Con apenas 19 años de edad (en 1933) por invitación de Winifred Wagner, viaja a Alemania y las vueltas del destino quieren (y ella también) que asista a una multitudinaria reunión en la que su admirado Adolf Hitler era el principal orador. El encantamiento fue instanténeo y ya para 1935 el "esperado" encuentro entre Unity y Hitler se concretaba. Dice la leyenda que Hitler estaba subido a una tarima vomitando uno de sus tantos enradecidos discursos cuando de repente la vio ingresar, detuvo su alocución y la invitó a sentarse cerca del estrado, para luego proseguir (como si nada) con sus lastimosas palabras. Todo indicaba que el flechazo había sido mutuo, a pesar de la mentirosa propaganda nazi que elogiaba las virtudes "cuasi célibes" del Führer alemán para mostrarlo ante el mundo entero como un ser entregado 101% a la causa de su nación y su partido. No era tan así, a Hitler también le gustaban las mujeres y muchas han sido las que han formado parte de su séquito. Pero Unity llamaba mucho la atención y los paseos que Hitler daba con ella por los alrededores de Berchtesgaden, no dejaban de ser comentario de los inescrupulosos nazis que los observaban. Los encuentros con Hitler nada tenían que ver con el amor físico, sino que se enmarcaba más en un amor platónico del que ambos disfrutaban, cosa que ha quedado demostrado a través de la nutrida correspondencia que se cruzaban. La diferencia de edad jugaba un papel nada importante en esa relación ya que por aquellos años, era habitual que hombres grandes contrajeran matrimonio con mujeres mucho menores. Hitler llamaba a Unity "mi pequeña" y en sus cartas le contaba el placer que le daba recibir noticias suyas.

Hitler junto a Unity Mitford. La británica entres su amigos nazis. En un acto del "partido".


Esta mujer llegó a ser reconocida en el círculo íntimo de Hitler (al cual perteneció desde el principio de su llegada a Alemania) como "más nazi que los nazis" y tal es así que se sabe que en una oportunidad cuando Unity saludó al Cónsul General Británico en Munich levantando su brazo derecho, éste le retiró inmediatamente el pasaporte británico. Corría el año 1936... y después de todo ese "rechazo oficial inglés" era algo que "quedaba bien" desde el ambivalente pensamiento británico sobre las ideas de Hitler que tanto "habían prendido" en la isla británica...
La "fiesta" nazi y el desestructurado estilo de vida para Unity Mitford siguieron viento en popa hasta que en 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial. Bajo determinadas circunstancias y vaya uno a saber por pedido de quién, la aristócrata británica fue "invitada a dejar Alemania" cuando Gran Bretaña le declaró la guerra a la Alemania nazi, por lo cual Unity redactó una fogosa carta de despedida a Hitler y tomó la determinación de dispararse un tiro en la cabeza mientras recorría el "Englischen Garten" (Jardín Inglés) en la ciudad de Munich. Dicen algunos que la depresión por no poder seguir al lado de su "amado" Führer habría sido el factor determinante para aquella extrema decisión...

Llegada de Unity Mitford a Inglaterra tras su intento de suicidio.


Unity no murió y quedó gravemente herida con tremendos daños cerebrales y, tras permanecer internada (por pedido de Hitler) en la Clínica Nussbaumstrasse, fue trasladada de inmediato a Inglaterra (previo paso por Suiza), lugar al que llegó en camilla (ver fotos) y con la bala todavía alojada en su cráneo, cosa que fue así hasta el final de sus días el 28 de Mayo de 1948 en la ciudad de Oban, en Escocia,  como consecuencia de una meningitis a la temprana edad de 33 años.
La historia de Unity Mitford es una de las tantas que quedaron registradas para dar por tierra con aquel mito de que a Hitler no le interesaban las mujeres y para confirmar una vez más el alto grado de simpatía que imperaba por aquellos años dentro de la aristocrática (no exclusivamente) sociedad británica, la cual veía con "tan buenos ojos" la propuesta de Hitler. Pero claro, eso queda en el Lado B, la historia "oficial" se ha contado siempre de otra manera.