lunes, 26 de septiembre de 2016

Los Fantasmas de Historias Lado B: Nazis en el Luna Park de Buenos Aires

El 10 de abril de 1938 unos 15 mil nazis se reunieron en el estadio "Luna Park" de Buenos Aires (Argentina) celebrando el Anchluss; anexión de Austria a la Alemania de Hitler.
En un imaginario viaje en el tiempo, Historias Lado B te muestra imágenes de sus regresados fantasmas combinadas con el mismo lugar en la actualidad.


(Fotomontajes: el Luna Park en la actualidad y fotos del acto de 1938, por Marcelo D. Gracía)


Nota relacionada:
http://historiasladob.blogspot.com.ar/2012/03/buenos-aires-1938-el-mayor-acto-nazi.html



martes, 6 de septiembre de 2016

La Fundación Ana Frank reconoce finalmente que el padre fue el autor de la novela

La transcripción textual del artículo, no necesariamente implica la total coincidencia con las opiniones del autor  y pone la mirada pura y exclusivamente en la historia oculta sobre el libro en sí mismo de manera puntual. Historias Lado B no niega ni desconoce la perpetración del Holocausto contra miles de víctimas.

 Otto y Ana Frank.


El diario de Ana Frank se enfrenta a una disputa legal entre quienes defienden que la obra debe estar libre de derechos de autor a partir de 2016 y el Fondo Anne Frank de Basilea (Suiza), que reclama que los derechos de emisión deben seguir vigentes.
Esta fundación con sede en Suiza, que es la propietaria actual de los derechos de edición de los diarios, reclama que el padre de Ana Frank, Otto Frank, es coautor de estos escritos, por lo que los derechos de autor no expirarían en 2016, informó hoy el periódico neerlandés Volkskrant. La ley vigente en Países Bajos establece que los derechos de autor de una obra expiran 70 años después del fallecimiento del autor, y Ana Frank falleció en marzo de 1945 en el campo de concentración alemán de Bergen-Belsen.

Dado que Otto Frank, hasta ahora considerado solo editor del diario, falleció en 1980, la fundación exige que esta obra siga bajo derechos de autor hasta 2050.


Por su parte, la Fundación Anne Frank, encargada de gestionar la casa museo en Amsterdam donde Ana y su familia se refugiaron durante la Segunda Guerra Mundial, declaró que los derechos de autor expiran el próximo año, según recoge el diario neerlandés.
Un calígrafo pudo comprobar, además, que todo había sido escrito por la misma mano y que, por tanto, no podía ser la de Anne Frank.



Se trata de Minna Becker, perito calígrafo judía, quien afirmó ante el juez, repetidamente, que toda la escritura del diario pertenece a una misma mano (35). Para dilapidar este tema sólo ha hecho falta acceder a las cartas auténticas que Anne Frank escribió de niña a unas amigas, publicadas en los Estados Unidos; la letra de estas cartas sí tiene el aspecto normal de una niña de 10 ó 12 años, lo que no es el caso del “manuscrito original”, que nos revelan a un autor de mayor edad.
La Fundación Anne Frank anunció incluso que ya prepara el lanzamiento de una nueva edición, libre de copyright, de los diarios de Ana Frank, una obra que cuenta con el reconocimiento internacional y está dentro de la lista de patrimonio de laliteratura mundial y documental de la Unesco. Sus diarios, símbolos del horror de la Segunda Guerra Mundial, han sido traducidos a 70 lenguas y vendidos en 100 países diferentes, y han inspirado a ocho producciones cinematográficas.
El Diario de Ana Frank relata la conmovedora historia de Annelies Marie Frank, una joven judía que se ocultaba de los nazis durante la ocupación alemana de Amsterdam. El libro tenía previsto pasar a formar parte del patrimonio cultural libre el uno de enero de 2016, pero algo se lo ha impedido. Ahora resulta que tiene un nuevo autor.
Las leyes europeas prevén que una obra pasa a formar parte del patrimonio público 70 años después de la muerte de su autor. Anna Frank murió en 1945, así que su diario iba a pasar a liberarse el 1 de enero de 2016. A la fundación suiza que gestiona los derechos del libro (y cobra por ello) no le ha gustado esto, así que han encontrado una treta legal para impedirlo.


 Esa treta ha sido nombrar a Otto Frank, padre de Ana, co-autor del diario. Hasta ahora, Otto Frank era solo el editor del libro, la persona encargada de recopilar y publicar los trabajos de su hija. Según lafundación con sede en Basilea, Suiza, el trabajo de Otto Frank a la hora de editar los diarios le hacen merecedor del título de autor, algo que no se había reclamado nunca antes y que resulta muy conveniente para la Fundación. Otto Frank murió en 1980, así que nombrarlo coautor asegura retener los derechos sobre el libro en territorio europeo hasta 2050. El problema no afecta a Estados Unidos, donde los derechos sobre el libro expiran en 2047, 95 años después de su primera publicación.

La maniobra ha generado un problema imprevisto para el Museo de Ana Frank en Amsterdam. La fundación sin ánimo de lucro que gestiona el museo llevaba tiempo preparando ediciones comentadas online del diario que se iban a publicar cuando expirasen los derechos. Maatje Mostart, representante de la casa museo, ha explicado que la publicación de estos trabajos divulgativos gratuitos aún no se ha decidido y siempre se hará de acuerdo a la legalidad. No obstante, Mostart ha rechazado la idea de que ni Otto ni ninguna otra persona puedan ser coautores del diario. El Museo de Ana Frank conserva buena parte de los cuadernos y manuscritos originales de la adolescente.

Juicio esclarecedor
Mayores sospechas nos asaltan, lógicamente, al estudiar el pleito en que se enzarzaron el conocido escritor judío norteamericano Meyer Levin y el padre de Anne Frank. El juicio transcurrió entre 1956 y 1958 ante el County Court House de la ciudad de Nueva York, obteniendo el demandante Meyer Levin un fallo a su favor que condenaba a Otto Frank a abonarle una indemnización de 50.000 dólares de la época por “fraude, violación de contrato y uso ilícito de ideas”; el pleito, que se arregló privadamente después de la sentencia por obvio mutuo interés, versaba sobre la “dramatización escenográfica” y venta del “Diario”. El juez, así mismo judío, era Samuel L. Coleman, quien dictó sentencia en el sentido de que Otto Frank debía pagar a Meyer Levin “por su trabajo en el diario de Anne Frank” (25).

Para cualquier interesado, todo lo referente al caso Levin-Frank está archivado en la Oficina del Condado de Nueva York (N. Y. Country Clerk’s Office) con el número 2241-1956 y también en el New York Supplement II, Serie 170, y 5 II Serie 181 (26). Así pues, la sentencia del juez -y juez judío- en el sentido de que el autor del Diario es Meyer Levin y no la niña, existe (27).

Lo que interesa hacer notar es que de la lectura de la numerosa correspondencia privada de Otto Frank y de Meyer Levin que fue aportada al juicio como prueba de las partes, surge la grave presunción “juris tantum” de que el “Diario” “es substancialmente una falsificación” (28), y que el autor material de esa falsificación fue el igualmente judío Meyer Levin. Levin, en legítima defensa de sus derechos de autor, además de demandar al Sr. Frank por cuatro o cinco millones de dólares por su labor de parafrasear el manuscrito “para el fin que tenía que cumplir…”, pleiteó igualmente contra el productor de cine Kiermit Bloombarden, pues en la película -del mismo título que la obra- aparecen también escenas escritas por él y que no estaban contenidas en el Diario original.

Meyer Levin había sido corresponsal en España durante la guerra civil de 1936 a 1939 y más tarde enviado de la Agencia Telegráfica Judía durante los enfrentamientos con los palestinos entre 1945 y 1946. La Enciclopaedia Judaica le reconoce como “el primer escritor en poner en escena el Diariode Anne Frank (1952)” (Vol. 11, pág. 109).



Un timo moral
Richard Verrall (que publica bajo el nombre literario de Harwood) advierte que la falsedad del mito de Anne Frank va mucho más allá, es muchísimo más profunda que la eventual falsificación del texto. Reside en la “unilateralidad” y en la “recurrencia infinita” del tema: una perfecta aplicación política de la propaganda actual del viejo tema de la niña inocente atrapada por la maldad exclusiva de los otros, pero que triunfa incluso después de muerta. El mito de Anne Frank, por la fuerza de su impacto sobre la sensibilidad colectiva, se convierte no sólo en símbolo de la “inocente” nación judía perseguida, sino más aún y contra todas las reglas de la lógica, en “prueba indiscutible” de la maldad intrínseca, inmedible, de los perseguidores.
Dresde, Alemania 1945. Reconozcámoslo pronto, en efecto, no importa desde un punto de vista humano que el “Diario” de Anne Frank sea una falsificación o no. Esta niña falleció, víctima del tifus -y no en una “cámaras de gas” inexistente en Bergen o convertida en “pastillas de jabón” que se han revelado una falacia, todo hay que decirlo-; y el padecimiento y muerte de cualquier niño es siempre lamentable.
Pero es importante constatar que los posibles sufrimientos de una niña judía de 14 años, en tiempo de guerra, no son más significativos por el “hecho” de que hubiese escrito un diario, que los sufrimientos tanto o más terribles de otros posibles niños judíos; o que las desgracias infinitamente más numerosas de otros niños alemanes, italianos, japoneses, polacos, rusos o de otras nacionalidades que han sufrido horriblemente por muchos otros motivos en esa misma guerra: despedazados, quemados vivos a millones, mutilados o inválidos para toda la vida a causa de los bombardeos masivos de población civil efectuados por los aliados contra ciudades abiertas alemanas; abandonados en medio del caos ante la muerte o desaparición de sus padres; violados, corrompidos por la barbarie de buena parte de las tropas enemigas. Sólo en el Holocausto alemán de Würzburg, durante los últimos días de la guerra, fueron quemadas 5.000 personas, de entre las cuales más de 100 niñas y mujeres se llamaban Anna, convertidas en cenizas durante la noche del 16 de Marzo de 1945.
¿Pero quién se acuerda de tal suma de horrores sufridos por los no judíos? ¿Quién llora por el niño alemán que, en Dresde, junto a otros 250.000 civiles, mujeres y niños principalmente, corre aullando envuelto en el fuego inextinguible del fósforo líquido? ¿Quién por la niña alemana violada varias veces hasta la muerte por una sucesión de bestias animadas a ello por el judío soviético Ilya Ehrenburg? ¿Quién escribe novelas lacrimógenas por los no menos reales e inocentes niños japoneses de Hiroshima y Nagasaki? ¿Quién por los niños de la misma edad de Anne Frank, masacrados en Paracuellos del Jarama, que en su propio país tampoco cuentan con una calle?. Nadie.

No hay “best sellers” para ellos, no hay “dramatizaciones”, ni 50 ediciones, ni cine, ni teatro, ni bombardeo televisivo, ni campañas en su nombre, ni recogidas de firmas, ni movilizaciones entre los partidos políticos del sistema y sus parlamentarios, ni manifestaciones públicas cincuenta años después, ni nadie que quiera recordarles cambiando el nombre de una calle, por pequeña que esta fuera. ¿Por qué? ¿Tal vez porque no cuentan con un lobby que haga del dolor un negocio sin precedentes? ¿Porque les falta la conveniente orquestación de los “mass-media”, que hacen del sufrimiento ajeno un arma política, con la intención de desarmar moralmente a quienes denuncian semejante hipocresía? ¿O deberíamos ser más atrevidos y decir que, simplemente, porque no son judíos?. Entonces habría que denunciar y perseguir igualmente a aquellos que por dinero o por oscuros intereses políticos y personales hacen, con los niños que han padecido en el pasado, discriminaciones en razón de su raza, religión o ideas políticas de los padres y sólo se acuerdan de unos niños muy concretos y minoritarios, soslayando a los demás. Se trata, sin duda, de un agravio comparativo.

Por Pedro Varela

Nota aclaratoria:
La transcripción textual del artículo, no necesariamente implica la total coincidencia con las opiniones del autor.

Referencias:
(1) y (2) WEBER, Mark: Anne Frank. Publicado en “The Journal of Historical Review” de Mayo/Junio de 1995, pág. 31.
(3) “Daily Telegraph” 24.3.1933 y “Daily Express” de misma fecha.
(4) IRVING, David: Pruebas contra el Holocausto. Conferencia en el Hotel Majestic de Barcelona, el 17 de Noviembre de 1989.
(5) FELDERER, Ditlieb: Il Diario di Anna Frank: una Frode. Edizioni La Sfinge, Via Marchesi, 30, Parma (Italia), 1990, pág. 6.
(6) HARWOOD, Richard (Richard Verrall): ¿Murieron realmente seis millones?. Historical Review Press, Inglaterra, 1977.
(7) Enciclopaedia Judaica, citada en FELDERER, opus. cit. Pág. 14.
(8) BENZ, Wolfgang: “Legenden, Lügen, Vorurteile: Ein Wörterbuch zur Zeitgeschichte”. DTV Deutscher Taschenbuch Verlag. 2ª Edición, 1992 y FELDERER, pág.
13:Enciclopedia Brockhaus, Vol (6-450).
(9) PAZ LOPEZ, María: La niña que contó lo inexplicable. “La Vanguardia” de Barcelona, el Miércoles día 15.3.95, pág. 2 de “Revista”. Según BENZ opus. cit., esta cifra en 1992 era de 16 millones.
(10) BOCHACA, J.: El mito de Anne Frank. Revista Cedade Nº 170 de Marzo de 1989. Págs. 18 a 20.
(11) Anne Frank “Diary” a fake. Publicado en el periódico “Holocaust News” Nº 1, pág. 3, del Centre for Historical Review. P.O. Box 446, London SE23 2LS. Así mismo Enci. Judaica pág. 53 y Felderer op. cit.
(12) Enciclopaedia Judaica, pág. 53. Jerusalén, Israel, 1971-1972.
(13) ROTH, Heinz: Anne Frank’s Tagebuch, ein Schwindel., 1979.
(14) Enciclopaedia Britanica. Citado por Felderer.
(15) BOCHACA, opus cit.
(16) y (17) FELDERER, opus. cit. pág. 13 y pág. 22.(18) BOCHACA, opus cit.
(19) PAZ LOPEZ, opus. cit.
(20) BOCHACA, J.: El mito de Anne Frank. Revista Cedade p.18-20.
(21) BOCHACA, J.: El mito de los seis millones. Ed. Bausp, Barcelona, 1978; pág. 100.
(22) HARWOOD, opus. cit.
(23) BOCHACA, opus. cit. y también FELDERER, opus. cit. p. 14.
(24) Citado por “Kommentare zum Zeitgeschehen”. Folge 269. September 1993, p. 65.
(25), (26), (27) y (28) BOCHACA, J.: El mito de Anne Frank. Revista Cedade. Pág. 18




Fuentes:
https://queleer.com.ve/2016/02/22/la-fundacion-ana-frank-reconoce-finalmente-que-el-padre-fue-autor-de-la-novela/
elclubdeloslibrosperdidos.blogspot.mx



martes, 2 de agosto de 2016

domingo, 31 de julio de 2016

El día que el Graf Zeppelin se posó sobre la Sedalana en Buenos Aires

El fantasma del Graf Zeppelin sobre la empresa de capitales alemanes "Sedalana" en el barrio de Coghlan, 
Buenos Aires, Argentina.  Costado del edificio sobre la calle Estomba. (Foto: Marcelo D. García / Historias Lado B)


Caminando por el barrio porteño de Coghlan, uno de los más apacibles caseríos de la Buenos Aires actual, se puede recorrer la manzana comprendida entre la Avenida Congreso y las calles Estomba, Quesada y Dr. Rómulo Naón. El lugar, en principio, no debería llamar particularmente la atención ya que lo que se ve en realidad es una enorme sucursal de la cadena de supermercados "Carrefour", un edificio que -por supuesto- no fue desde siempre parte del paisaje barrial.
Los emprendimientos pujantes que hicieron crecer al barrio y  le daban el "pan de cada día" a los vecinos habían ido llegando de a poco, como cuando en 1921 se instaló la fábrica de muebles "Barthel", a la que aún se puede ver sobre la calle Freire 3047, o incluso cuando se abrió la empresa "Nestlé" que instaló una bienvenida fábrica de chocolates en Núñez 4150 desde el año 1930.

Sin embargo, la firma que más interés (y puestos de trabajo) generó en la zona por aquellos años fue la "Sedalana", una empresa textil de capitales alemanes llegada a Coghlan en 1928. Quienes allí trabajaban, creían que el dueño era el alemán campechano al que veían cada santo día de sus vidas sentado tras el escritorio en la oficina ni bien entraban a la planta, pero en realidad los verdaderos dueños eran los influyentes germanos del consorcio Lahusen, uno de los mayores emprendimientos económicos, industriales y financieron de Alemania en prácticamente toda Sudamérica desde principios del siglo XX. Los Lahusen fueron verdaderos puntales para la llegada y el establecimiento en el país de muchos alemanes que -en adelante- serían absolutamente funcionales a la causa de Alemania y, por supuesto -desde 1930 en adelante- a los intereses de los nazis en esta zona del mundo. De hecho, los Lahusen tenían decenas de emprendimientos y estancias en la Patagonia de Argentina y eran dueños de incontables extensiones de terrenos en el sur del país.
La importancia de este poderoso consorcio alemán y el de sus empresas satélites, como la "Sedalana" por ejemplo, quedó palmariamente demostrada en 1934, oportunidad en la que los asombrados vecinos de Buenos Aires salían a las calles y subían a las terrazas para saludar el paso del gigantesco dirigible alemán "Graf Zeppelin".
La enorme nave de 236 metros de largo y 30,6 metros de circunferencia máxima; había zarpado desde Alemania conducida por el Doctor Hugo Eckener, que no era otro más que el mismísimo director de la compañía "Zeppelin" de dirigibles. Previamente había pasado por Brasil y, finalmente, el 30 de mayo de 1934 dejó ver su intimidante silueta sobre el cielo de Buenos Aires. El dirigible pasó por El Palomar, la zona militar de Campo de Mayo (en las afueras de la Capital) y también sobrevoló la Casa Rosada (sede del gobierno) y el centro porteño, pero extrañamente también pasó por Coghlan.
Los vecinos que curioseaban desde las veredas y que fueron testigos privilegiados del paso de la nave por el espacio aéreo barrial, creyeron cándidamente durante muchos años que esa inesperada "aparición" tenía como objetivo dar un saludo formal a los muchísimos empleados alemanes de la "Sedalana", pero los motivos fueron otros.
El dirigible permaneció largo rato suspendido sobre la fábrica textil. A través del cable que solía utilizarse como otro de los medios de comunicación con tierra cuando la nave se mantenía en el aire, se bajó y se subió importante y secreta información. No es posible establecer el tenor de ese traspaso, pero seguramente estuvo estrechamente relacionado con los fuertes intereses alemanes y nazis establecidos en la Argentina por aquel entonces. El "Graf Zeppelin" fue, por así decirlo, la cara más visible y la menos sospechada de la "quinta columna" de la Alemania de Hitler firmemente enquistada en el país.
Por supuesto que los eternos negacionistas trataron de hacer creer que nada de eso había sido efectivamente así. Lo lograron sólo a medias.
En los años '50 la "Sedalana" (tal como aún hoy en día se la sigue llamando) pasó a ser "Telesud", empresa que produjo los televisores Zenith para la República Argetina, hasta que -finalmente- mucho después llegó el actual "Carrefour". Pero nadie, absolutamente nadie, podrá olvidar la enorme sombra (también de dudas) que proyectó sobre el barrio la imponente silueta del "Graf Zeppelin" y los secretos que se llevaron a la tumba aquellos alemanes.


Marcelo D. García
Historias Lado B



Foto de arriba: 30 de junio de 1934, el Graf Zeppelin se posa sobre la "Sedalana" 
para saludar a los empleados alemanes y bajar el cable con información.
Foto de abajo: el mismo lugar en la actualidad es ocupado por una enorme sucursal 
de la cadena de supermercados Carrefour. (Foto: Marcelo D. García / Historias Lado B)





viernes, 24 de junio de 2016

Celestino Quijada, el hachero que vio a Hitler en el Cerro Otto de Bariloche

Celestino Quijada, el hachero que vio a Hitler en el Cerro Otto de Bariloche.


En este mundo los hay quienes creen que los investigadores históricos, los que nos paramos frente a la historia oficial con una mirada crítica, sólo pretendemos visitas masivas en nuestros espacios de internet y, en el mejor de los casos, vender miles de ejemplares de libros a los que no pocos incrédulos consideran como novelas fantásticas.
Claro que quienes se apegan al pie de la letra de la dudosa historia oficial, también tienen esas mismas pretenciones de éxito conmo los que somos (por así decirlo) descreídos de lo que siempre se nos ha contado como una inobjetable verdad. Y no está mal, ni en un caso ni en el otro.
Sin embargo, también están aquellos que lejos de optar por uno de los bandos en pugna, simplemente nos dejan sorprendidos y maravillados con sus relatos, sin tener la más mínima necesidad de decir una cosa por otra y -por supuesto- sin ninguna intención comercial.

Tal es el caso de Celestino Quijada, un hachero nacido en 1916 en la localidad de El Manso, un paraje rural del Departamento Bariloche, en la provincia argentina de Río Negro. De niño quedó huérfano y fue adoptado por una viejita que lo anotó en algún perdido registro civil del lado chileno.
Con el tiempo Celestino fue y vino entre Chile y la Argentina para finalmente quedarse en cercanías de Bariloche haciendo lo que mejor podía para ganarse el pan : darle duro al hacha haciendo leña.

Luego, entrados los '40, -como tantos- se enamoró del Peronismo llegando a pensar de su líder que “Perón abrió los ojos a todos los obreros, nos empezó a cuidar”.
Pero esa época no sólo le abrió los ojos frente a las políticas del Justicialismo que tanto le cambiaron la vida a quienes menos tenían y a quienes más iban a necesitar, sino que fue también fue el momento en que pudo convertirse en impensado protagonista de un hecho que no olvidó nunca jamás.
Un día, Celestino se metió entre los matorrales sureños, hacha en mano disponiéndose a trabajar.
Sin embargo, pese a la esperada rutina de cada día, aquella no fue -definitivamente- una jornada más.
Allí había un hombre, relajado y lejos de la preocupación mundana en la que estaban sumidos todos los demás.
Ese hombre era Adolf Hitler.

"Lo vi cuando mis patrones me mandaron a cortar ramas en una maderera junto al cerro Otto (Bariloche, Argentina). Estaba sentado en una silla y lo reconocí por las fotos del diario", contó Quijada (1).
Y no fue el único en verlo: "Mi mamá nos contó en distintas oportunidades que sus padres lo habían atendido en el reservado de la estancia San Ramón, ubicada en la entrada de Bariloche." (2), recordó Víctor Luego, uno de sus conocidos también entrevistado por los curiosos periodistas que llegaron a ese mismo lugar.

Por aquel entonces (1945) Don Celestino tenía 29 jóvenes años. El 12 de abril de 2016 llegó al centenario junto a su esposa y sus hijos. Siempre, cada vez que puede, vuelve a recordar ese misterioso avistaje del que nadie, bajo ninguna circunstancia, (dados los documentos que se tienen a mano) ya podrá llegar a dudar.

Marcelo D. García
Historias Lado B


Celestino Quijada, junto a su esposa y el más pequeño de sus hijos, 2015. (Foto: El Cordilerano.com)




(1): Declaración a la revista "Noticias"difundida el portal digital Perfil.com. en 2011.
(2): http://www.lagaceta.com.ar/nota/463843/mundo/vi-hitler-cuando-mis-patrones-me-mandaron-cortar-ramas.html

sábado, 4 de junio de 2016

La estancia nazi de los Rocha Miranda en Brasil

Un grupo de niños en un curioso campo de trabajo del monte brasileño. Paredes con Cruces Esvásticas labradas en los ladrillos y banderas adornadas con símbolos del III Reich alemán. 
Esta es la historia de la estancia nazi de los Rocha Miranda en Brasil.


Ladrillo con Cruz Esvástica en la estancia nazi de los Rocha Miranda en Brasil.


A finales de los años '30 José Ricardo Rosa Maciel era un jovencito que trabajaba en la "Estancia Santa Albertina", un enorme establecimiento rural enclavado en plena campiña de Cruzeiro do Sul, a unos 235 kilómetros al sudoeste de la ciudad brasileña de San Pablo.
Las tareas del campo y el cuidado de los animales a los que se dedicaba no daban la más mínima posibilidad de pensar en un quiebre de la almidonada rutina diaria, sin embargo "un día los cerdos rompieron una pared y cuando miré entre los ladrillos caídos pensé que estaba alucinando".
Aún sin poder creerlo, Rosa Maciel advirtío que cada ladrillo de ese muro estaba grabado con una Cruz Esvástica de cada lado.

Ladrillo con Cruz Esvástica y una vieja fotografía aérea de la estancia nazi .


Pasaron muchos años antes de que Maciel pudiera sacarse la duda y comprender que -efectivamente- no se trataba de una alucinación.
Gracias a las investigaciones del profesor de historia Sidney Aguilar Filho, supo finalmente que detrás de la aparición de Esvásticas en la granja existían en realidad estrechos lazos de sus propietarios con los fascistas brasileños y-por supuesto- con el Partido Nazi encabezado por Adolf Hitler en Alemania.

José Ricardo Rosa Maciel.


El profesor Filho estableció que el rancho había sido propiedad de Renato Rocha Miranda, cabeza de una familia de importantes e influyentes empresarios industriales de la ciudad de Río de Janeiro.
Él y sus hijos, Otavio y Osvaldo, eran además miembros de "Acao Integralista Brasileira", una organización política de extrema derecha que claramente simpatizaba con la causa de los nazis.
De hecho, la familia utilizaba la granja como centro de reuniones partidistas a las que asistían miles de simpatizantes.

Los Rocha Miranda en su feudo nazi.
Reunión de nazis brasileños en Santa Rita do Sapucay, en Brasil.


Fue también gracias a las posteriores investigaciones de Sidney Aguilar Filho, que quienes allí habían pasado tantos años supieron que en realidad habían sido parte de un siniestro plan que incluyó a niños abandonados e indígeneas que estarían obligados a cumplir tareas en un campo de trabajo.
"Encontré la historia de 50 niños, de alrededor de 10 años de edad, que fueron recogidos de un orfanato de Río de Janeiro. Llegaron en tres oleadas, la primera de 10 llegó en 1933", dijo Aguilar Filho, mientras que otro joven llamado Osvaldo Rocha Miranda solicitó por su parte -y obtuvo- la autorización para ser el guardián legal de esos huérfanos "rescatados" de diferentes centros de atención y salud.
"El (por el dueño de la Estancia) mandó a su chófer por nosotros, quien nos dejó en una esquina", recuerdó en declaraciones ante la prensa brasileña Aloysio da Silva, de más de 90 años ya, uno de los primeros huérfanos reclutado para trabajar en la granja, quien luego agregó que "Osvaldo (Rocha Miranda) apuntaba con un bastón… 'Trae a ese para acá, a ese también', decía. Y de 20 niños seleccionó a 10". (...) "Nos prometió hasta la Luna. Nos dijo que jugaríamos al fútbol, que iríamos a montar a caballo. Pero era todo un engaño. Repartieron un azadón para cada uno y nos pusieron a limpiar el terreno", continuó el anciano.
Las simpatías nazis de los Rocha Miranda -entre tanto- no sólo se limitaban a los ladrillos sino que también quedaban expuestas a la vista de todos cuando llevaban orgullosos los ejemplares vobinos y los cebúes que criaban a las más importantes exposiciones nacionales, marcados en su costado con una Cruz Esvástica a hierro y fuego.

Cruz Esvástica en el ganado de los Rocha Miranda.


Obligados a hacer el saludo Nazi de manera forzada y obligatoria, los niños eran habitualmente azotados con una palmatoria, que era una paleta de madera con huecos especialmente diseñada para reducir la resistencia al viento y causar más dolor (algo similar a las paletas de Paddle actuales).
Entre tanto, la vejación se completaba cuano a los niños no se los llamaba por su propio nombre sino simplemente por números. El de da Silva -de hecho- era el 23, mientras que varios perros guardianes se encargaban de mantenerlos a raya.
"Dijeron que jugaríamos al fútbol, que iríamos a montar a caballo. Todo un engaño. Repartieron una azada y nos pusieron a limpiar la tierra de raíces" (...) "Uno de los perros se llamaba Veneno, el macho. La hembra era Confianza", dijo alguna vez da Silva, quien continuó su relato asegurando que "Tenían fotografías de Hitler y estábamos obligados a saludar cuando pasábamos. Yo no entendía nada".

El "forzado" equipo de fútbol de los Rocha Miranda y la bandera con la Esvástica.
Aloysio da Silva, el niño número 23.


En medio de ese infierno indescriptible, el único momento de respiro para los huérfanos se daba cuando jugaban partidos de fútbol contra equipos de granjeros locales.
Lo curioso, sin embargo, es que -tal como ha recordado José Ricardo Rosa Maciel- el equipo de la estancia salía a jugar encabezado por una bandera de lo más peculair: una enseña que combinaba estrellas como en la bandera brasileña rodeando a una enorme Cruz Esvástica.

La bandera de Brasil junto a la de la estancia con la Esvástica y hoja con membrete del establecimiento rural.


El fútbol era una pieza clave de la ideología de la "Acao Integralista Brasileira" para fomentar trabajo en equipo, órden y disciplina, incluso en el estadio del Vasco de Gama se llevaban a cabo multitudinarios desfiles militares. Esos partidos -dicho sea de paso- también eran utilizados con fines propagandísticos por el gobierno del entonces presidente de facto Getulio Vargas.
"Pegábamos unas patadas al balón durante un rato y luego evolucionó", recuerda Argemiro dos Santos, otro de los niños (hoy un hombre muy mayor) que trabajaban en el lugar. 
"Luego comenzamos un campeonato. Éramos buenos al fútbol, eso no era un problema".
Pero, tras varios años de encierro forzado y sufrimento, Santos sintió  que ya había tendido suficiente.
"Había una puerta que dejé abierta. Esa noche me escapé por ahí y nadie me vio".

Argemiro dos Santos, su emdalla de la Segunda Guerra Mundial y la estancia en épocas actuales.


Santos logró sobrevivir al drama y la tragedia y cuando finalmente pudo regresar a Río de Janeiro ya tenía 14 años. Durmió a la intemperie y -entre otras cosas- trabajó como vendedor de periódicos. En 1942, cuando Brasil le declaró la guerra a la Alemania Nazi de Hitler, se enroló decidido en la armada como grumete, sirviendo mesas y limpiando lo que fuera necesario.
Había pasado de trabajar para los nazis a luchar contra ellos.
"Solo estaba cumpliendo con lo que Brasil necesitaba hacer", dice Santos. "No podía albergar odio por Hitler porque no sabía quién era".
Santos -como tantos de sus viejos niños compañeros- aseguró con el paso de los años que los recuerdos de la granja son imposibles de olvidar. Motivos no le faltaban. "Cualquiera que te cuente que su vida ha sido todo felicidad miente. Todos tenemos algún mal recuerdo a lo largo de nuestros días".



Marcelo D. García
Historias Lado B